Empresa y Salud Mental

La salud mental en el entorno laboral es un aspecto que ha ganado relevancia en los últimos años, siendo esta pregunta de vital importancia.

¿Es responsabilidad de la empresa cuidar de la Salud Mental?

Según la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, es responsabilidad del empresario garantizar la seguridad y la salud en el trabajo, lo que incluye aspectos de la salud mental. Esto significa que los empresarios deben establecer medidas preventivas y promover un ambiente de trabajo que no perjudique la salud mental de las personas trabajadoras. Además, debe integrar la prevención de riesgos laborales en el sistema general de gestión de la empresa, tanto en el conjunto de sus actividades como en todos los niveles jerárquicos de la misma.

Desde una perspectiva comercial, las empresas que se responsabilizan por la salud de las personas trabajadoras pueden prevenir costos indirectos, como el ausentismo laboral, presentismo y la baja productividad, obteniendo más compromiso, lealtad a la empresa, y productividad lo que a largo plazo puede traducirse en una ventaja competitiva y sostenibilidad para el negocio.

Desde un punto de vista humano, las personas trabajadoras son seres humanos con vida personal y problemas de salud general y salud mental que pueden estar afectando a su bienestar en el trabajo.

Las empresas juegan un papel crucial en la promoción de la salud mental en el lugar de trabajo. No se trata de resolver la salud mental de las personas empleadas y que la empresa se haga cargo de todos los problemas de salud mental existentes, sino de crear un entorno que apoye su bienestar. Esto incluye fomentar una cultura laboral positiva, proporcionar recursos de apoyo y educación sobre salud mental, y colaborar con todas las personas trabajadoras para mejorar continuamente las condiciones de trabajo.

Es muy importante que los trabajadores participen activamente en estas medidas y comuniquen cualquier situación que pueda afectar su bienestar psicológico. La colaboración entre empresarios y trabajadores es clave para mantener un ambiente laboral saludable y seguro.

La inversión en programas de bienestar mental no solo es una responsabilidad ética de las empresas hacia sus empleados, sino también una estrategia inteligente para fomentar un ambiente laboral saludable, resiliente y productivo.

3. Impacto en el absentismo y sus costos asociados: La relación entre la salud mental y la organización laboral es compleja y multifacética, influyendo significativamente en el absentismo. Los días de trabajo perdidos no solo representan un costo económico directo para la empresa, sino que también reflejan un costo humano asociado al sufrimiento de las personas empleadas, lo que eventualmente puede repercutir en la moral y el compromiso general del equipo.

4. Costes Directos, Indirectos e Intangibles: Más allá de los costos visibles asociados a los problemas de salud mental, como el tratamiento médico y la pérdida de productividad, existen costos intangibles que son difíciles de cuantificar, pero igualmente significativos. El dolor emocional y el sufrimiento experimentado por los trabajadores afectados y sus familias representan una carga que va más allá de lo económico, afectando profundamente el tejido social de la comunidad empresarial.

5. Potencial humano perdido y exclusión económica y social: La exclusión de personas con trastornos mentales de la vida económica y social representa una pérdida de potencial humano inmensurable. A pesar de la dificultad para cuantificar este aspecto en términos económicos, es evidente que el desaprovechamiento de talento y capacidades es un costo inaceptable, especialmente considerando la disponibilidad de intervenciones preventivas y terapéuticas eficaces.

6. . Priorización en la economía sanitaria mundial: La importancia de la salud mental en el entorno laboral trasciende el ámbito empresarial, incidiendo en la economía sanitaria mundial. La necesidad de utilizar los recursos limitados de manera eficiente hace imperativo priorizar la salud mental como un componente esencial de la salud pública y la productividad empresarial.

La atención a la salud mental en el medio laboral es reconocida cada vez más como una acción prioritaria dentro de las políticas de recursos humanos y salud ocupacional de las organizaciones modernas. Esta creciente importancia se debe, en gran parte, a la evidencia acumulada sobre la incidencia y prevalencia ascendente de los trastornos mentales, y su impacto significativo tanto en el bienestar de los trabajadores como en la eficacia organizacional, incluyendo la calidad y la productividad laboral.

El aumento de los trastornos mentales en la población laboral no solo compromete la salud y el bienestar de las personas afectados, sino que también conlleva consecuencias adversas para el ambiente laboral, fomentando entornos de trabajo menos seguros y disminuyendo la satisfacción laboral general. Los estudios epidemiológicos son contundentes en este aspecto: una gran proporción de la población experimentará un trastorno mental en algún momento de su vida, con una prevalencia-vida total estimada en el 32,6%. Este dato subraya la necesidad de una intervención eficaz y temprana para manejar y prevenir los trastornos mentales en el contexto laboral.

Sin embargo, un desafío particularmente preocupante es que, a pesar de la alta prevalencia de estos trastornos, solo una fracción de los afectados recibe un tratamiento efectivo. La morbilidad psiquiátrica oculta, aquella no diagnosticada ni tratada, se estima que oscila entre el 40% y el 65% en la población laboral[1]. Esta brecha en el tratamiento evidencia una oportunidad crítica para las políticas de salud mental en el lugar de trabajo, destacando la necesidad de mejorar el acceso a la atención psiquiátrica y psicológica, así como de desarrollar estrategias de prevención e intervención temprana que sean accesibles para todas las personas trabajadoras.

En resumen, la atención a la salud mental en el ámbito laboral no solo es una prioridad ética y de bienestar para las personas trabajadoras sino también una necesidad estratégica para las organizaciones que buscan promover entornos de trabajo saludables, seguros y productivos. Abordar este desafío requiere un compromiso conjunto de empleadores, profesionales de la salud, legisladores y la sociedad en general para desarrollar e implementar estrategias efectivas que aseguren el bienestar mental de la fuerza laboral.